Los tres disc-jockeys artífices del megamix Josep Maria Castells, Quique Tejada i Toni Peret,vuelven con más ganas de fiesta que nunca
Toni Peret, Quique Tejada y Josep M. Castells, los artífices del megamix, han vuelto a reunirse. Tras un verano de éxito en Ibiza con la fiestaChildren of the 80’s, lanzan Rememberland. En sus sesiones, que incluyen lo mejor de los 80, 90 y algo de los 2000, la presión en la pista desata una locura en la que nadie puede dejar de bailar. Pese a las leyendas que envuelven la música electrónica, jamás han tomado drogas, nunca han dejado de ser amigos y mantienen correspondencia con la Casa del Rey. Ahora, veinte años después del mítico Max Mix 4, que barrió a Julio Iglesias, han vuelto con más ganas de fiesta que nunca.
El Dream 3 Team se reúne veinte años después para… ¿que los Hombres G no puedan decir que son los más veteranos en el escenario?
Q.T.: Era por mono, básicamente. Teníamos ganas de volver a estar juntos y hacer algo distinto.
T.P.: También vimos que habíauna tendencia en el mercadodel ocio a la música remember,esos temas que marcaron el principio de la música de club.
J.M.C.: Y para divertirnos, nos lo pasamos fenomenal. ¡Parece que tengamos 25 años menos!
El concepto del megamix parece muy sencillo hoy pero en los años ochenta fue todo un fenómeno. ¿Por qué creéis que caló tan bien en el público?
J.M.C.: Se trataba de coger canciones que a la gente le gustaban, darle una vuelta de tuerca y mejorar algo conocido.
Q.T.: Y reunir un número alto de canciones en pocos minutos. Esa rapidez creaba una necesidad de escucharlas todas.
T.P.: Yo añadiría que no había redes sociales y la gente esperaba que saliese el Max Mix de invierno o verano para saber qué tocaba bailar.
De hecho, el Max Mix 4 superó en la primera quincena a Julio Iglesias, nada menos. ¿Os ha perdonado?
T.P.: Yo creo que le da igual (risas).
Q.T.: ¡Eh, que mi Bolero Mix 8 batió a los Dire Straits y Mecano! (risas). Entrar en esas listas era como estar soñando.
Quique Tejada capitaneaba la serie Bolero Mix y Toni y Josep Maria, la del Max Mix. Estabais en la competencia pero erais amigos.
T.P.: La rivalidad era cosa de las compañías, para las que la competencia era atroz, pero nosotros nos íbamos de fiesta juntos. Si nos veíamos por ahí en certámenes internacionales, teníamos incluso que disimular; me acuerdo que ocurrió en un festival en Cannes.
J.M.C.: Y esa noche nos fuimos juntos al casino de Montecarlo.
¿Qué supuso la llegada de la música máquina a España? Para los melómanos de la clásica o los entendidos del pop y el rock era poco menos que una aberración. ¿Cómo se veía desde el otro lado?
Q.T.: Fue una cuestión de evolución, se trataba de traer el tecno que se hacía fuera y se le llamó máquina porque a alguien se le ocurrió. Simplemente.
T.P.: También se le llamó ‘bacalao’, que es una palabra castiza que salió en Madrid: los madrileños se iban a Valencia para hacer una ruta de discotecas y le llamaron ruta del bacalao.
J.M.C.: Una ruta que se crea entre una serie de discotecas que ofrecían entrar gratis a una hora concreta. Si ibas enganchando las horas gratuitas, comenzabas el viernes y acababas el lunes sin repetir ninguna.
La música electrónica se asocia, supongo que indebidamente, a drogas de diseño. Imagino que creéis que puede entenderse perfectamente sin ellas.
J.M.C.: Ninguno de los tres se ha drogado jamás y llevamos en esto más de treinta años.
T.P.: Imagínate lo que vivimos en los 90. Estar en cabina y viene uno y te pone dos pastillas en la mano diciendo: “Toma colega”. Vamos a ver, cómo me voy a comer yo esto.
QT: Así es. Es que no lo necesitamos. Tengo el orgullo de que por mi nariz solo ha entrado el Utabon y Vicks Vaporub cuando era pequeño. Pero lo que dice Toni: gente que te ofrece pastillas o cocaína y te insultan si no aceptas: “Tú no eres dj ni eres nada”.
J.M.C.: A mí me han metido una pastilla en la boca, la he escupido y se han enfadado: “¡Eh, que me ha costado una pasta!”.
¿Qué dj están entre vuestros referentes?
T.P.: Yo destacaría a Ben Liebrand, aún en activo y de los primeros en hacer remezclas.
Q.T.: No nos olvidemos de Todd Terry.
J.M.C.: Cuidado, si hablamos de míticos, Grandmaster Flash & The Furious Five, el primero en hacer un scratch, en 1978.
¿Y cuál es el dj internacional sin el que no habríamos llegado a la escena actual? Me refiero a que un dj pueda cobrar lo que una estrella de rock y congregar a tanta gente.
Q.T.: Hay muchos, pero la gran revolución desde el 2007-2008 que ha generado toda la escena de festivales capaces de aglutinar a miles de personas se debe a David Guetta. Fue el primero que consiguió que lo que se conocía como dance fuese considerado pop, que significa música popular. Porque todo lo que incluyese cierto tipo de percusión, aquí se le llamaba dance. Al comenzar a sonar en la radio como artista y dj, abrió el camino para los que vinieron detrás.
¿Vinilo, CD o cinta de cromo?
T.P.: Por lo que sufre la espalda,que no te imaginas lo que es llevar dos maletas cargadas de vinilos más la de la ropa, y era insoportable, me quedo con un lápiz de memoria.
Q.T.: Yo también, aunque hay que señalar que las sensaciones que tenías al pinchar vinilo no son las mismas.
J.M.C.: Yo me quedo con el vídeo; no sólo son los recursos auditivos, también necesitamos los audiovisuales. Cuando ponemos I want to break free y el público ve detrás de ti a Freddie Mercury pasando la aspiradora es increíble.
Más allá de la música, ¿qué diferencias notáis con la escena de los ochenta y noventa?
T.P: .Como al principio no existía la cultura de club, la gente se quedaba mirándonos sin saber qué hacer mientras nos ponían toda la luz blanca en la cara. El público no estaba acostumbrado a un show de dj.
J.M.C.: Claro, recuerda que éramos pinchadiscos (risas).
Q.T.: Hace treinta años había dos canales de televisión, la radio y el vídeo para ver películas. Todo estaba muy concentrado. Cuando algo se convertía en éxito, era universal. Ahora hay mucho consumismo, necesidad de bajárselo todo, acumular mucho y no reparar en nada. Al final destacan cuatro temas y todo es disperso. Por eso treinta años después la gente quiere seguir escuchando aquellos éxitos.
¿Se ha dado el caso de algún político que venga a saludaros como admirador vuestro?
T.P.: El actual rey de España compraba nuestros discos. Y está documentado en las hemerotecas. Recuerdo el texto: “El príncipe ha hecho sus últimas compras en Mallorca antes de regresar a Madrid y en una tienda de discos se ha llevado el Max Mix 5”.
J.M.C.: Yo recuerdo estar pinchando la Christmas Race de Palamós y allí estaban el rey Juan Carlos, las infantas y Alexia de Grecia. Y venían, les daba discos, había una relación excelente.
T.P.: Eso llevó a que cada vez que terminábamos un disco, enviásemos tres copias a la Casa Real. Siempre nos han respondido con una carta de agradecimiento.
Q.T.: Ahora te envían un e-mail, antes era más bonito (risas).
Habéis vendido 30 millones de copias y jamás os comportasteis como divos. ¿Cuál es vuestra receta de la humildad?
Q.T.: Siempre hemos tenido los pies en el suelo aun trabajando en lo que nos gustaba. Hemos disfrutado lo mismo haciendo un megamix para una revista de Inglaterra, sin cobrar un duro pero que nos permitía estar en el mercado inglés, que cuando hemos vendido medio millón de discos. También hemos hecho experimentos que no han funcionado. Y siempre, los pies en el suelo. Nunca te tienes que creer nada por más que celebres tus éxitos; si no, te pierdes y comienzan las peleas y las discusiones. Para nosotros es fundamental disfrutar con lo que hacemos. El día que no sea así, montaremos una zapatería o una tienda de bolsos